Muchas veces decidimos empezar un emprendimiento pensando que estamos listos porque tenemos conocimiento de algo en específico.
Debemos preguntarnos, especialmente si ya nos ha pasado: Si tengo un buen producto, tengo la capacidad de trabajar bien y vendo a mejor precio que otros ¿Por qué no me va bien?
Un buen ejercicio constante es el pensar en todo momento “¿Qué más hago?” así te darás cuenta de las oportunidades de mejora y las falencias que están existiendo en tu negocio.
Para emprender, no debes conocer únicamente tu producto, debes conocer sobre estrategias, marketing y más. Siempre es importante que sepas dónde y en qué inviertes tu presupuesto, tiempo y energía. Además, siempre hay que saber tener un equilibrio entre la vida personal y laboral, porque para empezar un emprendimiento a veces se requiere de mucho sacrificio.
Cuando un negocio se cae, no puedes “volverlo a intentar” haciendo exactamente lo mismo que ya hacías, debes cambiar algo para tener resultados diferentes. Aunque para volver a intentarlo, debe ser algo que te guste, porque si entras a un negocio sólo por dinero, al primer problema que exista es muy probable que botes la toalla.
Eso sí, debes identificar que eso que te gusta lo puedas complementar con algo más que te permita tener mejores ingresos, porque si algo te gusta pero no rinde económicamente, jamás podrás crecer.
LAS TRES «C» DEL EMPRENDIMIENTO
- Creatividad: fíjate en QUÉ NO ESTÁ HACIENDO la competencia e innova.
- Constancia: multi acción, no quedes en una sola cosa, busca tener varios productos o planes de trabajo. Busca dónde mejorar.
- Coraje: busca algo más grande que te permita mantenerte motivado y sea un reto.
Otra razón para emprender debería ser el tener un negocio que funcione por sí mismo, porque si tú tienes que estar presente cada día, todo el tiempo, lo único que generaste es un auto-empleo, que incluso puede ser más sacrificado que un empleo por afuera. De hecho, puede llegar un punto donde por más grandes que sean las ganancias tu energía está por el piso y sientes que no puedes continuar.
Aquí volvemos a repetir, no busques un emprendimiento basándote únicamente en las ganancias o en la aprobación o reconocimiento de los demás.
No veas como algo malo el aprender de alguien más, aprovecha cada oportunidad que se te presente de hacerlo. Sal de tu zona de confort.
Algo más que siempre debes tener presente es que la inteligencia emocional debe estar siempre ahí y debes saber separarla de los negocios. Puedes estar teniendo el peor día en el negocio, pero cuando cierres las puertas y llegue a tu hogar, debes ir dejando los problemas del trabajo. Esto aplica exactamente igual al revés, cuando tengas problemas en la casa, déjalos ahí y no los lleves al trabajo, porque es energía que se contamina.
¿Cómo encontrar el rumbo de tu emprendimiento?
Más allá de querer prosperar, debes definir tu meta de vida, ya sea conocer 20 países, tener hijos, tener una mansión, no importa, siempre y cuanto luches por ello. Eso te llevará a querer surgir más allá de lo esperado.
Así mismo, tener un propósito empresarial, que sea factible, y con tiempo definidos. Por ejemplo: “quiero abrir dos sucursales de aquí en dos años». Eso te ayudará a luchar para conseguirlo, pero siempre siendo realistas de tu tope.
Eso sí, para que tu negocio marche correctamente debes tener valores marcados, debes escoger y entrenar adecuadamente a tu personal.
A más de ver qué problema soluciona tu producto al mercado, qué es lo que no hay o hace falta. También, cuál es tu público objetivo, debes saber a quién se enfoca tu producto, cuál es tu mejor comprador.
Finalmente, trata de hacer procesos más sencillos y rápidos como el digitalizar una parte de tu negocio, podría ahorrarte mucho tiempo y dinero.
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